lunes, 21 de julio de 2014

Entre cursos y Ramadán

Bastantes atolladeros en el viaje a Guinea
La primera luna llena del mes indicaba el inicio del ramadán. El año pasado no pude curiosear esto del ayuno pues me encontraba de vacaciones en España. Al mismo tiempo, durante este mes, el Insituto Jane Goodall ha comenzado con los cursos de verano en la Estación Biológica Fouta Jallon de Dindefelo. Empezamos con la primera edición del Curso de Primatología el día 7 de Julio pero días antes con la excusa de ir a recoger a las alumnas al aeropuerto de Dakar, estuve unos pocos días en la playita, disfrutando de paisajes y comidas nuevas. Disfrutando de otra paz diferente que transmite el mar. Visualizando delfines por casualidad y liberando caballitos de mar de redes de pesca. 

Viajamos hasta Tubab Dialaw para disfrutar de un hospedaje de cuentos de hada, donde disfrutamos copiosamente, pero que discernía mucho del contexto y del pueblo que le rodeaba. Una vez fuera de todas aquellas paredes de azulejos y conchas, la realidad era otra.
Un pueblo solitario, donde únicamente las escasas tiendas adheridas a la costa parecían tener actividad. Seguimos bajando la costa de Senegal, hasta llegar a Mar Lodje, una isla rodeada de manglar y casitas bien acomodadas en el litoral para albergar a turistas con una economía muy diferente a la local. Después de meses en la reserva, se necesitan de vez en cuando comodidades como éstas durante un par de días. 

Fuera de este emplazamiento en la costa, se encontraba el propio pueblito de Mar Lodje. Un pueblo bastante hospitalario entre marismas y grandes Baobabs, donde el nombre de diversos países del mundo daban nombre a sus barrios ¡El mundial de fútbol les apasiona! 

Las iglesias y los enormes e inmóviles cerdos discernían del paisaje que acostumbramos en la Reserva de Dindefelo. Cerca del pueblo siempre se encontraban mujeres demasiado insistentes necesitadas de venderte diferentes artilugios… ¡de las cuales había veces tenías ganas de correr! Entre esto y algunas otras cosas, el viaje no fue como el viaje épico e inolvidable de Casamance, que en ningún momento nos sentimos turistas. Éramos simplemente unos cuantos amigos explorando mundo. Aun así, disfrutamos al máximo del viaje y saboreamos cada nueva experiencia. El mar nos trasladó al “Jamtum” (significado de paz, en Pulaar) que necesitábamos. 

Una vez de vuelta en Dakar, recogimos a las alumnas del curso en el aeropuerto junto a una preciosa gatita perdida y hambrienta situada en una de las tantas calles olvidadas de Dakar. Comenzamos un largo y cansado viaje hasta la Reserva que duró más de 18 horas. 

El curso transcurrió bien durante las clases teóricas en Dindefelo. Se las notaba entusiasmadas. Las prácticas en Guinea salieron mejor de lo previsto y las chicas acabaron muy contentas. Fue un curso muy productivo. La suerte en el campo, a la hora de visualizar las especies previstas, estuvo de su lado ¡Vimos todas las especies de primates presentes en la reserva, y repitiendo! 

Obviamente no todo fue fácil. Algunas veces resultaron algo difíciles las condiciones de higiene y hospedaje. El viaje a Guinea fue quizás demasiado largo. Muchas horas perdidas en traslados y fronteras a veces con empleados incapaces de hacer bien su trabajo, dejándonos paralizados durante más de cinco horas por no encontrar el sello de salida dentro de una simple habitación. 

Las chicas, cada cual más diferente, pero con una afición común: disfrutar de la naturaleza. Berta, una jovencita y apasionada chica que me recordaba a mis primeros años de Universidad. No encontró ningún inconveniente e impedimento respecto a la básica vida presente aquí. Parecía que hubiera nacido para vivir en este lugar. Emily, una amiga del equipo, repetidora de nuestros cursos que disfruta del mundo tanto como puede :) Ha pisado nada más y nada menos que 92 países ¡Por ahora! Y sigue emocionándose con cada viaje y experiencia ¡Cuánto nos enseña! Begoña, una mujer madura en edad cuya primera aventura fuera de España eligió que fuera ésta y por último Lucía, un gran ejemplo de superación para todo el equipo de Jane Goodall. Hacía 15 años la vida le dio una fulminante lección de la que salió como pocos logran hacer. Después de un accidente, varias semanas en coma, olvidado el habla, la parte derecha del cuerpo inmóvil y unas cuantas operaciones, llegaba a la Reserva de Dindefelo con prácticamente todos esos imprevistos superados y se sumergía por los bosques densos de estas vertientes. Apoyada en sus bastones, únicamente a la hora de salir a campo, nos contagiaba su continua alegría. Tenía una especial sensibilidad con los niños. En una de nuestras inmersiones al campo, tuvo un pequeño traspiés y la única piedra del camino golpeó su cara. Parte de sus fantasmas aparecieron y su nariz se resintió. Dejó de salir a campo pero espero nunca olvide todo lo que nos enseñó y que no deje de contextualizar nunca dónde tuvo que viajar para darse ese traspiés, nada menos que en los bosques densos de Guinea, siguiendo un grupo de babuinos. Los tropiezos son parte de nuestro día a día. El suelo es inestable, vayas por donde vayas, asique no fue algo puntual que solo la sucedió a ella. Continuamente hacía ejercicios de motilidad y reflejos. Fue un ejemplo de constancia, fuerza y entusiasmo para todos nosotros. Sin duda, un curso fructífero en muchos aspectos. 

Primera edición del curso de Primatología.
 De izq a dcha, Covi, Asher (compañeros de equipo), Lucía, Oumar (guía de Sabe), Emily, Berta y Begoña. 
De vuelta a Segou, y como prometí, empecé junto a ellos el ramadán. Y así llevo, con éste, mi cuarto día. Desde las cinco y media de la mañana hasta las siete y media de la tarde, el cuerpo no obtiene ni una gota de agua ni un pedazo de comida. Sin beber ni comer durante catorce horas en las que el sol está presente. Nos levantamos a las cinco menos cuarto de la mañana para desayunar y beber lo máximo posible, aunque a esas horas el cuerpo no es que acepte demasiadas cantidades de bebida y comida. Luego, a las siete y media de la tarde, y con la llamada de la mezquita, se rompe el ramadán con una especie de sopa de cereales llamada mboiri, junto a todas las mujeres de la familia. Los hombres se concentran en otra zona aparte. Tras la ruptura con el mboiri, se cenará como de costumbre el plato típico de arroz o cuscús. 

Estoy teniendo suerte, ya que estos días no está haciendo excesivo calor, lo que me da algo de ventaja y aguante. La falta de comida no se hace notar tanto como la falta de agua. La sed aparece a primeras horas de la mañana y a última hora de la tarde. Es un gran ejercicio de control. Por supuesto, no lo haré a costa de mi salud. Si me sigo viendo capaz, seguiré intentando vivir el día a día de todos ellos.  

¿Se puede entrenar al cuerpo? ¿Cuánto puede controlar tu mente? Llegas a darte cuenta de hasta donde puedes controlarte a ti mismo y hay veces que puedes sorprenderte. Como en numerosos aspectos de la vida…la mente es la clave de todo :)

¡Hasta pronto!

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