viernes, 3 de mayo de 2013

Viaje a Casamance (I)

Atardecer en la isla de Djourauatóu
El lunes 15 de Abril emprendimos el viaje hacia Casamance. Pasar unos días allí fue una gran elección. He conocido lugares hermosos y personas excepcionales. 

El sept-place partió de Dindefelo a las ocho de la mañana, con otros cinco compañeros de equipo. Cuando a las nueve de la noche detuvimos el coche porque habían cerrado la carretera, ya habíamos atravesado el río Gambia en ferry y finalizado la ruta transgambiana. Entre otras anécdotas, al parar el coche, el conductor se dio cuenta de haber perdido una oveja por el camino, puesto que las llevaba medio atadas al capó del sept-place ¡Los continuos ruidos y zarandeos del viaje quedan en evidencia! 


Esa noche echamos mano del saco para dormir en las calles de aquel pueblo donde detuvimos el coche. Antes de acomodarnos, una buena mujer nos ofrecía un local donde situar mejor los sacos y pasar la noche :) 

Por la mañana continuamos la aventura en el sept- place. Durante el viaje, las iglesias y el ganado porcino daban cuenta del cambio obvio de creencias en la zona. Empezó a hacerse notar también la presencia de ganado equino y diversos animales salvajes, así como los continuos controles policiales. Al mediodía por fin llegamos a nuestro ansiado destino: Katakalus. Allí nos esperaría un joven local que nos llevaría en canoa a una isla con un encanto especial llamada Ehidje. 

Durante el camino en canoa empezamos a saborear el viaje y observamos el cambio radical de paisajes de la zona de costa de Casamance con la zona árida de donde proveníamos. Kilómetros y kilómetros de manglares se sitúan por la costa de Casamance y en determinadas zonas, era visible la recogida de ostras ubicadas en estos hábitats por parte de población local. 

Llegamos a Ehidje, una isla perdida y con muy pocos habitantes. El primer deseo nada más llegar era probar ese agua perdida en la nada. Bañarnos en esos canales de manglar. Me pasé bastantes ratos durante el viaje contextualizando y analizando donde me encontraba. 

Ese día nos dimos un buen festín para comer: ¡ostras a la brasa, pescado fresco, patatas fritas y ensalada! La poca gente que había allí tuvo claro que nos gustó :) Un buen manjar con el que cambiar, al menos unos días, el arroz y el cuscús al que acostumbramos. Para la cena, el mismo festín cambiando el pescado fresco por un poco de carne de cerdo. 

Esa noche nos unimos al grupo de chicos locales que rodeaban un fuego mientras conversaban y tomaban vino de palma al lado de la orilla de la playa. Buena gente. Bailamos al ritmo de las palmas y el djembe.

Al día siguiente modificamos nuestro plan de ruta y viajamos con estos nuevos compañeros en canoa a otra isla más perdida que ésta última y apenas transitada, llamada Djourauatóu. Ambroise, el hombre local que habita la isla, no tendría más de 35 años; un hombre con un gesto de serenidad y pureza dignos de ver. Transmitía paz y era de admirar, tras observar la casa del árbol que había construido a unos 9 metros de altura. No faltaban detalles en ella. 

El plan de ese día era comer lo que el mar nos ofreciera y antes de partir a Djourauatóu ya habían pescado un gran capitán que luego alimentó aproximadamente 15 estómagos para la comida y la cena. Aún así, teníamos que pescar algo más y... ¡ahí que lo intenté! Cogí una caña de pescar por primera vez y debido a la llamada "suerte del principiante", pesqué dos peces en menos de diez minutos, aparte de pescar una barca cercana por no atinar demasiado bien :P 


¡Pescado fresco con arroz y langostinos a la brasa! Todo cocinado con esmero por parte de estas encantadoras personas. 

...Continuará...

3 comentarios: